El mar no es una mina, es un jardín:
Reflexiones en el Día Nacional de la Acuicultura
Hoy, 30 de noviembre, el sur de Chile amanece con esa energía inconfundible que lo caracteriza. Desde las balsas jaulas en los fiordos de Aysén hasta las líneas de cultivo en el mar interior de Chiloé, miles de personas están moviendo una de las industrias más vitales de nuestra economía.
En este Día Nacional de la Acuicultura, quiero detenerme un momento no solo para celebrar lo que hemos logrado —que es muchísimo, alimentando al mundo desde este rincón del planeta—, sino para reflexionar sobre hacia dónde vamos.
Llevo años en este sector y he sido testigo de su evolución. He visto el crecimiento explosivo, los dolores de aprendizaje y la necesaria maduración. Hoy, como Director de Biocambio, mi mirada abarca el panorama completo: la potencia de la salmonicultura, el arraigo territorial de la mitilicultura y el potencial emergente y regenerativo de las algas.
Y si hay algo que he aprendido, es que la vieja forma de pensar ya no nos sirve.
Superando la falsa dicotomía
Durante mucho tiempo, pareció existir una tensión irreconciliable en nuestra industria: o éramos productivos, o éramos sostenibles. Se nos presentó como una elección binaria. Si querías cuidar el medio ambiente, tenías que sacrificar rentabilidad. Si querías maximizar la producción, el entorno pagaba la cuenta.
Hoy sabemos que esa es una premisa falsa.
En la verdadera Economía Azul, la productividad y la sostenibilidad no están en conflicto; se necesitan mutuamente. Es una ecuación simple pero brutalmente honesta: si el agua no está sana, el pez no crece bien. Si saturamos el fondo marino, el ecosistema colapsa y el negocio, eventualmente, se acaba.
La acuicultura del futuro no trata al mar como una mina de la que se extraen recursos hasta agotarla, sino como un jardín complejo que se cultiva con conocimiento y respeto.
Una visión integrada: Salmones, Choritos y Algas
Para que Chile siga siendo líder mundial en 20 o 50 años más, necesitamos una visión holística.
La salmonicultura debe seguir avanzando hacia una operación de bajo impacto, donde la salud del pez y la salud del fiordo sean una sola prioridad. La mitilicultura, con su capacidad natural de filtrar aguas y su importancia social, merece un impulso tecnológico que asegure su viabilidad ante cambios climáticos. Y el cultivo de algas no debe verse solo como un negocio paralelo, sino como una herramienta clave para la captura de carbono y el equilibrio de los ecosistemas marinos.
Todos estos sectores están interconectados por un elemento común: el agua. Y es ahí donde debemos poner el foco.
La apuesta por la biotecnología
En Biocambio, hemos apostado todo a esta visión. Estamos convencidos de que las mejores soluciones para los desafíos productivos de hoy no están en agregar más elementos externos al medio, sino en entender y potenciar la propia biología del entorno.
Nuestra misión es usar la naturaleza para sanar a la naturaleza. Ya sea tratando lodos, mejorando la calidad del agua o gestionando residuos, la biotecnología nos permite mantener las aguas productivas y los ecosistemas vivos, sin sacrificar la eficiencia que la industria necesita.
Un saludo a quienes hacen el trabajo
Para cerrar, quiero enviar un abrazo grande y genuino a mis colegas. A los que hoy están en el pontón enfrentando el clima, a los buzos, a los investigadores en los laboratorios y a los equipos en las plantas de proceso. Ustedes son el motor de esta industria azul.
Sigamos trabajando juntos para demostrar que es posible producir proteína de primer nivel mundial dejando una huella positiva en nuestro mar.
Feliz Día de la Acuicultura. El futuro es bio, y el futuro es nuestro para construirlo.